Metamorfosis
El sol, cual majestuoso director de orquesta, despertó a la tierra de su letargo. De sus venas brotaron amapolas como impetuosos gritos rojos, y los árboles, de raíces centenarias, prometían vida infinita bajo el manto de terciopelo. La primavera, amante ardiente, besaba cada rincón, convirtiéndolo en un lienzo de pequeños milagros. Pero, mientras la vida brotaba con desenfreno, yo, paciente crisálida, mutaba en secreto: una transformación preñada de belleza, a punto de alzar el vuelo.