Ya no huyo...
Camino con paso firme y tacones sonoros.
Aprendí a defenderse y
aunque el miedo quiera encadenarme,
mis pies ya no retroceden.
Las puertas de mi corazón ya no se abren a empujones.
Mis ojos se han convertido en faros encendidos,
y mi lengua, en espada desenvainada.
Hoy tanta fuerza en mí me asusta,
pero camina a mi lado y me guía.