Oficialmente, lo primero que escribí fue este pensamiento, en diciembre de 1986. Decía:
Las termitas comieron el anaquel de mi armario
y terminarán royéndome a mí.
...
Esa tristeza crónica en mi adolescencia, esa vulnerabilidad, ese deterioro interior...
Lo que empezó como una destrucción externa se volvía interna...
Y lo cargué sola.