No volveré a la sombra de las hojas del Palo verde,
ni al susurro de las ramas del Mezquite,
y tampoco al resplandor de las flores del Lluvia de oro...

Porque el silencio de la tierra me llama desde su quietud;
escucho gritar al eco de aquello que fui.

Hoy me siento más antigua que el viento, el agua y el fuego;

contemplando cómo se entierran mis raíces en las entrañas de esta tierra.