Es tiempo de despedidas...

Las despedidas son muy contradictorias: me despido de aquellos a quienes aprecio, pero en realidad, no es una auténtica despedida ya que, en mi interior, albergo la ardiente ilusión de un reencuentro. El abrazo, cuando es sincero, representa un deseo compartido, un símbolo de que a pesar de la separación, el vínculo seguirá intacto.

En cambio, evito despedirme de aquellos a quienes no aprecio, y en algunos casos, en ese adiós no pronunciado, en ese abrazo jamás entregado, vive la ferviente esperanza de que el destino me aleje tanto de ellos, que mi vida no vuelva a cruzarse con las suyas.