
Hoy llueve, así que escribo…
Cuenta una conocida fábula de autoría incierta que, en una ocasión, un viejo burro se cayó a un pozo profundo. Su dueño, incapaz de rescatarlo, pensó que lo mejor sería sepultarlo allí mismo. Así que empezó a echarle tierra. Tras cada palada, el animal se sacudía y se subía sobre la tierra acumulada. Y algo increíble sucedió: el burro logró alcanzar el brocal del pozo y salir de él. Lo que iba destinado a enterrarlo, lo salvó.
Esta historia enseña mucho sobre la vida. No es extraño enfrentarse a envidias, difamaciones y otras dificultades que parecen abrumarnos. Así que, la próxima vez que te sientas oprimido por la tierra que vierten sobre ti, recuerda al burro: sacúdete y sigue adelante. Y si alguna vez has difamado tú, ahora te toca. La vida tiene una forma curiosa de rebotar.
Sin embargo, no siempre lo que das es lo que recibes, ni lo que siembras es seguro lo que vas a recoger. La vida acostumbra a sorprenderte con situaciones insospechadas, pero, dado tu intenso entrenamiento en estas lizas, en poco tiempo, aprendes a entender que lo único a lo que puedes aspirar es a evitar tiznarte.
La vida está repleta de continuos sobresaltos, pero con una actitud positiva, podemos convertirlos en oportunidades. Y quién sabe, tal vez descubramos que nos gusta más así, desenvolviéndonos en situaciones desafiantes que sabemos manejar porque es en medio de la adversidad donde encontramos nuestra verdadera fortaleza.
¡Así que, prepárate para abrazar lo inesperado y echarte una carcajada de vez en cuando! Porque al final, son estas locuras las que hacen que la vida sea entretenida. Y si necesitas un recordatorio de lo divertida que puede ser, solo tienes que buscar en internet. Hay miles de imágenes y videos con aparatosos tropiezos, caídas casuales, sustos colosales y todo tipo de situaciones hilarantes. Cada uno de estos momentos nos recuerda que, a veces, lo mejor que podemos hacer es reírnos, porque es la mejor medicina.